Pablo23
Frrrrrrreak!
El Gran Mito del Colesterol
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Marzo 31, 2010
Los programas de salud de la TV, las revistas populares, los diarios, la propaganda que nos inunda y nos desinforma han conseguido que todo el mundo esté sumamente preocupado por los niveles de colesterol en la sangre. Hace varios años me enteré que era un mito de los muy gordos.
Pero como todos los mitos, este hace millonarios a la Gran Farmacia –el 50% de la población mundial toma medica-mentos como las atorvastatinas para reducir el colesterol “malo”- y los resultados son peores que la enfermedad. Pero, ¿es el colesterol elevado una enfermedad? Ajústense el cinturón porque vamos a salir de viaje por lo que la ciencia sabe –pero se trata de ocultar.
El Dr. Malcolm Kendricks, médico inglés con más de 25 años de práctica e investigación, escribió un libro en enero de 2007 sobre el tema con el sugestivo título, “The Great Cholesterol Con” o La Gran Estafa del Colesterol. Escribió además varios artículos en diarios de la Gran Bretaña, y de todo lo que dice hemos hecho un resumen que va a continuación. Por supuesto, no tome esto como la verdad absoluta, y de usted depende ahora seguir investigando sobre el tema, Google amigo mediante.
Desde hace varios años la sabiduría convencional sobre el colesterol y el rol que juegan las “estatinas” en su tra-tamiento está siendo desafiada por una cantidad de investigadores en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc., y todos han aportado las pruebas necesarias para que este mito sea puesto en perspectiva y se realicen las investi-gaciones que se requieren para desmitificarlo definitivamente.
Dice el Dr. Kendrick: “Cuando se trata de enfermedades cardíacas se nos ha vendido gato por liebre. Un gato muy grande. En realidad es más una enorme ballena azul. Todos hemos sido timados.”
Cuando alguien tiene un riesgo aumentado de un problema cardíaco, la práctica médica estándar es administrar una droga de las estatinas para bajar los niveles del colesterol malo, el LDL, o colesterol de baja densidad. Porque como todos saben, “el colesterol es un asesino.” Muchos han estado tomando estatinas desde hace demasiados años, a un costo que no sólo causa un duro impacto sobre la economía familiar sino un impacto peor sobre la salud.
Casi todo el mundo está hoy de acuerdo en que es necesario reducir el nivel del colesterol, y mantenerlo bajo. Hace un par de años publiqué un artículo del Dr. William Campbell Douglass con el título “Cómo mantenerse vivo y bien: No siendo vegetariano.”, donde dice:
¿Quiere usted suicidarse tratando de evitar enfermedades cardíacos? Entonces simplemente obedezca a las Políticas Alimentarias y coma una dieta MUY BAJA EN GRASAS.
Durante estos últimos años estuve advirtiendo a mis lectores sobre esto, y ahora estoy escuchando la aprobación del presidente del Comité de Nutrición de la Asociación Norteamericana del Corazón. Hasta él ahora admite que una dieta muy baja en grasas ¡puede ser perjudicial para mucha gente! De manera que a menos de que haya usted sido ensayado y se le haya encontrado una muy específica condición llamada “patrón B LDL,” tenga la precaución de incluir la suficiente cantidad de grasa en su dieta.
En este punto, mis pacientes me preguntan a menudo, “Pero, ¿cómo hago para mantener bajo a mi colesterol? Buenos, quizás usted debería preocuparse un poco más de mantenerlo alto. Porque el COLESTEROL BAJO podría ser mucho más letal que el colesterol alto.
Aquí también, la Asociación Americana del Corazón está admitiendo ahora que, “El colesterol bajo podría gatillar a la peor clase de apoplejía. Se conoce como “apoplejía masiva” y sucede cuando los vasos sanguíneos en su cerebro son tan débiles que estallan causando un derrame cerebral.
Aún los bajos niveles de colesterol pueden elevar su riesgo de estas apoplejías. Por esto, quiero decir, niveles por debajo de 200 mg/dl. Y sin embargo, muchos doctores prescriben de manera rutinaria drogas para reducir el colesterol si está por debajo de 200!
No resulta sorprendente que el British Medical Journal haya anunciado hace poco:
EL “ANÁLISIS” PARA COLESTEROL NO SIRVE PARA NADA!” Cuando se fijaron en las cifras, adivine qué hallaron: Las personas con colesterol bajo tienen la misma probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas que las que tienen niveles altos. Simplemente no importa si usted tiene colesterol alto.
Entonces, ¿cuál es la causa de las enfermedades cardíacas? Bien, por un lado: muy poca carne roja en su dieta. ¿Se da cuenta lo placentero que la verdadera buena salud puede ser? Sus amigos pueden decir “Estás loco”, pero la real bioquímica que apoya a mi dieta “Coma Como Un Humano está hoy respaldada por casi cualquier serio investigador del corazón.
Vea usted: de todas las diferentes sustancias que se pueden medir en su sangre, el más letal factor de riesgo no es el colesterol sino una sustancia llamada HOMOCISTEÍNA, o también “homo quistaína”.
El colesterol no hace nada a menos de que choque contra una protuberancia o un hueco en las pare-des de sus arterias. Y el secreto de estas “trampas de colesterol” es la homocisteína. Demasiado ho-mocisteína y sus arterias se corroen como cañerías herrumbradas.
El Dr. Kendricks sigue una línea similar de razonamiento y aporta cifras, estadísticas y evidencias que apoyan fuertemente sus argumentos. De acuerdo con un artículo publicado en la prestigiosa revista de medicina inglesa The Lancet, un importante investigador de la Escuela de Medicina de Harvard ha descubierto que las mujeres no se benefician para nada con la toma de las estatinas, como tampoco los hombres mayores de 69 años que no hayan tenido aún un ataque cardíaco. Hay un muy leve beneficio si uno es un hombre joven que tampoco ha tenido un ataque al corazón –de cada 50 hombres que toman la droga durante 5 años, sólo uno se beneficiará.
Tampoco es este el primer estudio que sugiere que la lucha contra el colesterol mediante las estatinas es una patraña. Por cierto, hay cientos de médicos e investigadores que están de acuerdo en que la hipótesis del colesterol en sí misma no tiene sentido. Lo que sus trabajos demuestran, y lo que su doctor le debería estar diciendo es lo siguiente:
Un dieta elevada, sea de grasas saturadas o no, no afecta los niveles de colesterol en sangre.
Los niveles altos de colesterol no causan enfermedades del corazón.Las estatinas no protegen contra las enfermedades cardíacas al reducir el colesterol –cuando funcionan, lo hacen por otros motivos.
La protección suministrada por las estatinas es tan pequeña que no vale la pena que la gente se moleste por ello (y todas las mujeres). La realidad es que los beneficios han sido exagerados de manera increíble.
Las estatinas tienen muchos más efectos secundarios de lo que se ha admitido, mientras que los expertos en esta área deberían ser tratados con un saludable escepticismo porque los productores de estatinas les pagan grandes sumas de dinero para que canten loas a la droga. De ello se encargan los “visitadores médicos”.
De manera que, ¿cómo puede el Dr. Campbell y el Dr. Kendrics decir que las grasas saturadas no tienen importancia cuando “todo el mundo sabe que son asesinas”? ¿Puede ser que todos los millones de personas que durante años le estuvieron quitando la piel al pollo y bebiendo yogurt descremado con 1% de grasas han estado perdiendo su tiempo –y privándose de la deliciosa piel crocante del pollo?
Los expertos están tan atareados urgiéndole a que consuma menos grasas y más estatinas que nunca le han advertido sobre las contradicciones y la falta de evidencias que están por detrás de la estafa del colesterol. De hecho, lo que los grandes estudios demuestran es que, en cuanto a la protección de su corazón se refiere, reducir las grasas saturadas no tiene la menor incidencia y, es un hecho, es muy probable que le cause un perjuicio a la salud. ¿Suena difícil de creer? Siga leyendo.
El origen del mito
¿Cómo es que la grasa y el colesterol se ganaron una fama tan mala? Todo comenzó hace unos 100 años, cuando un investigador encontró que conejos (que son vegetarianos) eran alimentados con una dieta carnívora de alto colesterol, las arteria se bloqueaban con placas. Pero el mito levantó vuelo en serio en la década de 1950 con el estudio “Siete Países” de Ancel Keys, mostrando que mientras más alta era la ingesta de grasas en un país, mayor eran los niveles de colesterol y más alta la incidencia de enfermedades cardíacas.
Los países que había elegido eran incluían a Italia, Grecia, los Estados Unidos y los Países Bajos. Pero, ¿por qué precisamente estos países?
Recientemente el Dr. Kendricks hizo su propio estudio usando cifras y estadísticas de la Organización Mundial de la Salud y descubrió lo opuesto. ¿cuáles son los países con la mayor ingesta de grasas saturadas? Austria, Francia, Finlandia y Bélgica –que tienen la tasa más baja de muertes por enfermedades coronarias, mientras que aquellos países con el consumo más bajo de grasas: Georgia, Ucrania, y Croacia tienen la tasa de mortalidad más elevada por las mismas causas.
Hay que añadirle a esto el ensayo más grande realizado sobre modificación de la dieta hecha sobre 50 millones de habitantes de un país durante 14 años. Se restringió la ingesta de salchichas, huevos, queso, bacon, jamón, y leche. Sin embargo el pescado y la fruta estaban abundantemente disponibles. El Dr. Kendricks habla del raciona-miento sobre alimentos ocurrido en la Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial y años posteriores. Durante esos años la mortalidad por enfermedades coronarias más que se duplicó.
Pero mucho más condenable fue lo ocurrido en 1988. El Cirujano General (el Ministro de Salud) de los Estados Uni-dos decidió reunir toda la evidencia relacionada con las grasas saturadas y las enfermedades cardíacas, rechazan-do la opinión de los médicos que ponían en duda esa relación. Once años más tarde, en 1999, el proyecto fue can-celado. La declaración oficial decía que “la oficina no había anticipado la total magnitud de la experticia adicional y los recursos de personal que serían necesarios.” ¿Después de once años descubrieron que necesitaban de experti-cia adicional y recursos de personal? ¿Qué habían estado haciendo mientras tanto? Si hubiesen hallado la más míni-ma traza de evidencia todavía estaríamos escuchando los gritos de júbilo por haber demostrado que las grasas y el colesterol van de la mano junto a las enfermedades cardíacas.
Grandes ensayos desde entonces no tuvieron más éxito. Uno involucraba a 30.000 personas de edad media en Suecia, seguido durante seis años. Las conclusiones: “Las grasas saturadas no mostraron relación con las enfer-medades cardiovasculares en los hombres. Entre las mujeres la mortalidad cardiovascular mostró una tendencia decreciente con el aumento de la ingesta de grasas saturadas.” En otras palabras, mientras más grasas saturadas, menor probabilidad de morir por ataques del corazón.
Evidencias todavía más fuertes vienen de Japón sobre los beneficios del aumento de grasas y colesterol en la dieta. Entre 1958 y 1999 los japoneses duplicaron su ingesta de proteínas; comieron 400% más grasas y sus niveles de colesterol crecieron un 20%. ¿Cayeron como moscas? No. El ritmo cardíaco, que había sido el más elevado en el mundo, se hizo siete veces más bajo, mientras que las muertes por ataques del corazón –ya bajas- disminuyeron el 50%.Campo de paradojas
Parece paradójico, es cierto, pero esa es una de las características de las hipótesis dietéticas –involucran una gran cantidad de paradojas.
La más famosa es la Paradoja Francesa. Ellos comen más grasas saturadas que en Gran Bretaña; fuman más, hacen menos ejercicio, tienen los mismos niveles de colesterol/LDL, y también tienen el mismo promedio de presión arterial y la misma tasa de obesidad.
Y ¿saben qué? Los franceses tienen la cuarta parte de la incidencia en enfermedades cardíacas que los bri-tánicos. La explicación “oficial” es que los franceses están protegidos contra las enfermedades por 1) beber mucho vino tinto, 2) comer verduras ligeramente cocidas y 3) comer ajo. Pero no hay ninguna evidencia científica de esos tres factores sean realmente protectores. Ninguna. Por “evidencia” se entiende un estudio clínico aleatorio y rigu-rosamente controlado.
Mientras más se fija uno en el asunto, más se descubre que la hipótesis del colesterol es una bestia fascinante que está constantemente en proceso de adaptación para integrar la información contradictoria sin zozobrar y morir de muerte natural.
Pero no es necesario andar mirando en otros países para hallar paradojas. Las mujeres tienen un 300% menos pro-babilidades de sufrir problemas cardíacos que los hombres, aún cuando ellas tienen en promedio mayores niveles de colesterol. Durante años hubo una explicación ad hoc para explicar esta contradicción aparente: las mujeres esta-ban protegidas por las hormonas femeninas. De hecho, jamás existió ningún estudio que haya demostrado que esas hormonas protejan contra las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, en la década de los 90, a millones de mujeres se les recomendaba la terapia de reemplazo de hormo-nas (HRT) para evitar los problemas cardíacos. Luego vino el ensayo HERS para ensayar y comprobar esa noción. Se descubrió que la HRT aumentaba el riesgo de enfermedades coronarias.
¿Qué hacemos entonces? El consejo “oficial” es: “Póngalas bajo un régimen de estatinas; bajen sus niveles de colesterol por debajo de 190". Pero, tal como el artículo del The Lancet hace énfasis, las mujeres no se benefi-cian con las estatinas. La frase “Las estatinas no salvan vidas entre las mujeres” debería estar en un cua-dro colgado en todos consultorios médicos.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Marzo 31, 2010
Los programas de salud de la TV, las revistas populares, los diarios, la propaganda que nos inunda y nos desinforma han conseguido que todo el mundo esté sumamente preocupado por los niveles de colesterol en la sangre. Hace varios años me enteré que era un mito de los muy gordos.
Pero como todos los mitos, este hace millonarios a la Gran Farmacia –el 50% de la población mundial toma medica-mentos como las atorvastatinas para reducir el colesterol “malo”- y los resultados son peores que la enfermedad. Pero, ¿es el colesterol elevado una enfermedad? Ajústense el cinturón porque vamos a salir de viaje por lo que la ciencia sabe –pero se trata de ocultar.
El Dr. Malcolm Kendricks, médico inglés con más de 25 años de práctica e investigación, escribió un libro en enero de 2007 sobre el tema con el sugestivo título, “The Great Cholesterol Con” o La Gran Estafa del Colesterol. Escribió además varios artículos en diarios de la Gran Bretaña, y de todo lo que dice hemos hecho un resumen que va a continuación. Por supuesto, no tome esto como la verdad absoluta, y de usted depende ahora seguir investigando sobre el tema, Google amigo mediante.
Desde hace varios años la sabiduría convencional sobre el colesterol y el rol que juegan las “estatinas” en su tra-tamiento está siendo desafiada por una cantidad de investigadores en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc., y todos han aportado las pruebas necesarias para que este mito sea puesto en perspectiva y se realicen las investi-gaciones que se requieren para desmitificarlo definitivamente.
Dice el Dr. Kendrick: “Cuando se trata de enfermedades cardíacas se nos ha vendido gato por liebre. Un gato muy grande. En realidad es más una enorme ballena azul. Todos hemos sido timados.”
Cuando alguien tiene un riesgo aumentado de un problema cardíaco, la práctica médica estándar es administrar una droga de las estatinas para bajar los niveles del colesterol malo, el LDL, o colesterol de baja densidad. Porque como todos saben, “el colesterol es un asesino.” Muchos han estado tomando estatinas desde hace demasiados años, a un costo que no sólo causa un duro impacto sobre la economía familiar sino un impacto peor sobre la salud.
Casi todo el mundo está hoy de acuerdo en que es necesario reducir el nivel del colesterol, y mantenerlo bajo. Hace un par de años publiqué un artículo del Dr. William Campbell Douglass con el título “Cómo mantenerse vivo y bien: No siendo vegetariano.”, donde dice:
¿Quiere usted suicidarse tratando de evitar enfermedades cardíacos? Entonces simplemente obedezca a las Políticas Alimentarias y coma una dieta MUY BAJA EN GRASAS.
Durante estos últimos años estuve advirtiendo a mis lectores sobre esto, y ahora estoy escuchando la aprobación del presidente del Comité de Nutrición de la Asociación Norteamericana del Corazón. Hasta él ahora admite que una dieta muy baja en grasas ¡puede ser perjudicial para mucha gente! De manera que a menos de que haya usted sido ensayado y se le haya encontrado una muy específica condición llamada “patrón B LDL,” tenga la precaución de incluir la suficiente cantidad de grasa en su dieta.
En este punto, mis pacientes me preguntan a menudo, “Pero, ¿cómo hago para mantener bajo a mi colesterol? Buenos, quizás usted debería preocuparse un poco más de mantenerlo alto. Porque el COLESTEROL BAJO podría ser mucho más letal que el colesterol alto.
Aquí también, la Asociación Americana del Corazón está admitiendo ahora que, “El colesterol bajo podría gatillar a la peor clase de apoplejía. Se conoce como “apoplejía masiva” y sucede cuando los vasos sanguíneos en su cerebro son tan débiles que estallan causando un derrame cerebral.
Aún los bajos niveles de colesterol pueden elevar su riesgo de estas apoplejías. Por esto, quiero decir, niveles por debajo de 200 mg/dl. Y sin embargo, muchos doctores prescriben de manera rutinaria drogas para reducir el colesterol si está por debajo de 200!
No resulta sorprendente que el British Medical Journal haya anunciado hace poco:
EL “ANÁLISIS” PARA COLESTEROL NO SIRVE PARA NADA!” Cuando se fijaron en las cifras, adivine qué hallaron: Las personas con colesterol bajo tienen la misma probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas que las que tienen niveles altos. Simplemente no importa si usted tiene colesterol alto.
Entonces, ¿cuál es la causa de las enfermedades cardíacas? Bien, por un lado: muy poca carne roja en su dieta. ¿Se da cuenta lo placentero que la verdadera buena salud puede ser? Sus amigos pueden decir “Estás loco”, pero la real bioquímica que apoya a mi dieta “Coma Como Un Humano está hoy respaldada por casi cualquier serio investigador del corazón.
Vea usted: de todas las diferentes sustancias que se pueden medir en su sangre, el más letal factor de riesgo no es el colesterol sino una sustancia llamada HOMOCISTEÍNA, o también “homo quistaína”.
El colesterol no hace nada a menos de que choque contra una protuberancia o un hueco en las pare-des de sus arterias. Y el secreto de estas “trampas de colesterol” es la homocisteína. Demasiado ho-mocisteína y sus arterias se corroen como cañerías herrumbradas.
El Dr. Kendricks sigue una línea similar de razonamiento y aporta cifras, estadísticas y evidencias que apoyan fuertemente sus argumentos. De acuerdo con un artículo publicado en la prestigiosa revista de medicina inglesa The Lancet, un importante investigador de la Escuela de Medicina de Harvard ha descubierto que las mujeres no se benefician para nada con la toma de las estatinas, como tampoco los hombres mayores de 69 años que no hayan tenido aún un ataque cardíaco. Hay un muy leve beneficio si uno es un hombre joven que tampoco ha tenido un ataque al corazón –de cada 50 hombres que toman la droga durante 5 años, sólo uno se beneficiará.
Tampoco es este el primer estudio que sugiere que la lucha contra el colesterol mediante las estatinas es una patraña. Por cierto, hay cientos de médicos e investigadores que están de acuerdo en que la hipótesis del colesterol en sí misma no tiene sentido. Lo que sus trabajos demuestran, y lo que su doctor le debería estar diciendo es lo siguiente:
Un dieta elevada, sea de grasas saturadas o no, no afecta los niveles de colesterol en sangre.
Los niveles altos de colesterol no causan enfermedades del corazón.Las estatinas no protegen contra las enfermedades cardíacas al reducir el colesterol –cuando funcionan, lo hacen por otros motivos.
La protección suministrada por las estatinas es tan pequeña que no vale la pena que la gente se moleste por ello (y todas las mujeres). La realidad es que los beneficios han sido exagerados de manera increíble.
Las estatinas tienen muchos más efectos secundarios de lo que se ha admitido, mientras que los expertos en esta área deberían ser tratados con un saludable escepticismo porque los productores de estatinas les pagan grandes sumas de dinero para que canten loas a la droga. De ello se encargan los “visitadores médicos”.
De manera que, ¿cómo puede el Dr. Campbell y el Dr. Kendrics decir que las grasas saturadas no tienen importancia cuando “todo el mundo sabe que son asesinas”? ¿Puede ser que todos los millones de personas que durante años le estuvieron quitando la piel al pollo y bebiendo yogurt descremado con 1% de grasas han estado perdiendo su tiempo –y privándose de la deliciosa piel crocante del pollo?
Los expertos están tan atareados urgiéndole a que consuma menos grasas y más estatinas que nunca le han advertido sobre las contradicciones y la falta de evidencias que están por detrás de la estafa del colesterol. De hecho, lo que los grandes estudios demuestran es que, en cuanto a la protección de su corazón se refiere, reducir las grasas saturadas no tiene la menor incidencia y, es un hecho, es muy probable que le cause un perjuicio a la salud. ¿Suena difícil de creer? Siga leyendo.
El origen del mito
¿Cómo es que la grasa y el colesterol se ganaron una fama tan mala? Todo comenzó hace unos 100 años, cuando un investigador encontró que conejos (que son vegetarianos) eran alimentados con una dieta carnívora de alto colesterol, las arteria se bloqueaban con placas. Pero el mito levantó vuelo en serio en la década de 1950 con el estudio “Siete Países” de Ancel Keys, mostrando que mientras más alta era la ingesta de grasas en un país, mayor eran los niveles de colesterol y más alta la incidencia de enfermedades cardíacas.
Los países que había elegido eran incluían a Italia, Grecia, los Estados Unidos y los Países Bajos. Pero, ¿por qué precisamente estos países?
Recientemente el Dr. Kendricks hizo su propio estudio usando cifras y estadísticas de la Organización Mundial de la Salud y descubrió lo opuesto. ¿cuáles son los países con la mayor ingesta de grasas saturadas? Austria, Francia, Finlandia y Bélgica –que tienen la tasa más baja de muertes por enfermedades coronarias, mientras que aquellos países con el consumo más bajo de grasas: Georgia, Ucrania, y Croacia tienen la tasa de mortalidad más elevada por las mismas causas.
Hay que añadirle a esto el ensayo más grande realizado sobre modificación de la dieta hecha sobre 50 millones de habitantes de un país durante 14 años. Se restringió la ingesta de salchichas, huevos, queso, bacon, jamón, y leche. Sin embargo el pescado y la fruta estaban abundantemente disponibles. El Dr. Kendricks habla del raciona-miento sobre alimentos ocurrido en la Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial y años posteriores. Durante esos años la mortalidad por enfermedades coronarias más que se duplicó.
Pero mucho más condenable fue lo ocurrido en 1988. El Cirujano General (el Ministro de Salud) de los Estados Uni-dos decidió reunir toda la evidencia relacionada con las grasas saturadas y las enfermedades cardíacas, rechazan-do la opinión de los médicos que ponían en duda esa relación. Once años más tarde, en 1999, el proyecto fue can-celado. La declaración oficial decía que “la oficina no había anticipado la total magnitud de la experticia adicional y los recursos de personal que serían necesarios.” ¿Después de once años descubrieron que necesitaban de experti-cia adicional y recursos de personal? ¿Qué habían estado haciendo mientras tanto? Si hubiesen hallado la más míni-ma traza de evidencia todavía estaríamos escuchando los gritos de júbilo por haber demostrado que las grasas y el colesterol van de la mano junto a las enfermedades cardíacas.
Grandes ensayos desde entonces no tuvieron más éxito. Uno involucraba a 30.000 personas de edad media en Suecia, seguido durante seis años. Las conclusiones: “Las grasas saturadas no mostraron relación con las enfer-medades cardiovasculares en los hombres. Entre las mujeres la mortalidad cardiovascular mostró una tendencia decreciente con el aumento de la ingesta de grasas saturadas.” En otras palabras, mientras más grasas saturadas, menor probabilidad de morir por ataques del corazón.
Evidencias todavía más fuertes vienen de Japón sobre los beneficios del aumento de grasas y colesterol en la dieta. Entre 1958 y 1999 los japoneses duplicaron su ingesta de proteínas; comieron 400% más grasas y sus niveles de colesterol crecieron un 20%. ¿Cayeron como moscas? No. El ritmo cardíaco, que había sido el más elevado en el mundo, se hizo siete veces más bajo, mientras que las muertes por ataques del corazón –ya bajas- disminuyeron el 50%.Campo de paradojas
Parece paradójico, es cierto, pero esa es una de las características de las hipótesis dietéticas –involucran una gran cantidad de paradojas.
La más famosa es la Paradoja Francesa. Ellos comen más grasas saturadas que en Gran Bretaña; fuman más, hacen menos ejercicio, tienen los mismos niveles de colesterol/LDL, y también tienen el mismo promedio de presión arterial y la misma tasa de obesidad.
Y ¿saben qué? Los franceses tienen la cuarta parte de la incidencia en enfermedades cardíacas que los bri-tánicos. La explicación “oficial” es que los franceses están protegidos contra las enfermedades por 1) beber mucho vino tinto, 2) comer verduras ligeramente cocidas y 3) comer ajo. Pero no hay ninguna evidencia científica de esos tres factores sean realmente protectores. Ninguna. Por “evidencia” se entiende un estudio clínico aleatorio y rigu-rosamente controlado.
Mientras más se fija uno en el asunto, más se descubre que la hipótesis del colesterol es una bestia fascinante que está constantemente en proceso de adaptación para integrar la información contradictoria sin zozobrar y morir de muerte natural.
Pero no es necesario andar mirando en otros países para hallar paradojas. Las mujeres tienen un 300% menos pro-babilidades de sufrir problemas cardíacos que los hombres, aún cuando ellas tienen en promedio mayores niveles de colesterol. Durante años hubo una explicación ad hoc para explicar esta contradicción aparente: las mujeres esta-ban protegidas por las hormonas femeninas. De hecho, jamás existió ningún estudio que haya demostrado que esas hormonas protejan contra las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, en la década de los 90, a millones de mujeres se les recomendaba la terapia de reemplazo de hormo-nas (HRT) para evitar los problemas cardíacos. Luego vino el ensayo HERS para ensayar y comprobar esa noción. Se descubrió que la HRT aumentaba el riesgo de enfermedades coronarias.
¿Qué hacemos entonces? El consejo “oficial” es: “Póngalas bajo un régimen de estatinas; bajen sus niveles de colesterol por debajo de 190". Pero, tal como el artículo del The Lancet hace énfasis, las mujeres no se benefi-cian con las estatinas. La frase “Las estatinas no salvan vidas entre las mujeres” debería estar en un cua-dro colgado en todos consultorios médicos.
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