sabes q atkins dejo de recomendar su dieta??
yo no niego q se adelgace con atkins, tu eres el que dice q fracasan las dietas basadas en reducir calorias.
claro q los culturistas bajan los HC, llevan las cosas al extremo, como en casi todos los deportes de elite, y buscan resultados sobrehumanos por decirlo de alguna manera y no les queda mas remedio.
Pos ya esta, sin llegar a extremos de los culturoistas, siguiendo una dieta similar funciona y punto.
lo de los esquimales no merece ni comentario.
cualquier estudio serio demuestra que atkins es una dieta hipocalorica encubierta.
Entonces Grodam nos mintio segun tu cuando perdio peso sin reducir calorias? Entra en un post que he escrito dedicado a ti y a Catulo y veras buenos estudios que demuestran que Atkins claro que es una dieta de calo9rias encubierta, poero si poor algun motivo la persona que la sigue siguiera consumiendo las mismas calorias no engordaria.
cualquier profesional se rie de Montignac, este si que ha sido listo, ha cogido una mezcla de dietas y las ha metido en una coctelera, sin ningun rigor.
Te doy la razon en esto, a mi hay cosas que no me convencen, pero tambien acierta en muchas otras.
hacer adelgazar a una persona sin importarle su salud es facilisimo....
has vidto a que revistas les han dado el principe de Asturias?ahi esta la verdad cientifica, no en la BBC ni en documentos TV, ni en Zeta Jones, o las actrices de moda del cine
La zona esta basada en los descubrimientos de un premio nobel de la medicina de 1981 npor su trabajo con las horemonas eicosoidales. Estas hormonas estan relacionadas directamente con la insulina.
Aqui resta el texto sobre el estudio de los chinos, los putos graficos no salen: _violento_
He llegado a la conclusión de que en la vida hay dos cosas muy viscerales:
la religión y la nutrición. Ambas están basadas en sistemas de creencias y no en la ciencia. La ciencia nunca podrá explicar la religión pero sí la dietética, siempre que se la considere desde una perspectiva hormonal. A decir verdad, no hay dietas buenas o malas, sino sólo dietas
hormonalmente correctas basadas en los alimentos que se consumen. ¿Cuál es mi definición de una dieta hormonalmente correcta? Para mi una dieta hormonalmente correcta es la que mantiene controlada la insulina en unos estrechos límites, ni demasiado altos ni demasiado
bajos.
1-Perdida del exceso de grasa corporal.
2-Aumento de la anergia y bienestar.
3-Descenso de triglicéridos y lipoproteínas de alta densidad.
4-Descenso de la insulina en ayunas.
5-Descenso de la hemoglobina glucosilada.
Para que una dieta pueda considerarse hormonalmente correcta tiene que cumplir estos criterios, ya que todos ellos están relacionados con el descenso de los niveles de insulina. No se trata de una prueba con la posibilidad de elegir entre varias opciones. Para que tu dieta sea
hormonalmente correcta debe cumplir todos estos requisitos al mismo tiempo.
Desde la publicación de la Dieta para estar en la Zona, han aparecido importantes estudios que refuerzan aún más mis tesis sobre la relación entre el índice elevado de insulina y el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares. El primero, que fue publicado en el New England joumal of Medicine en 1996, demostró que unas variaciones muy ligeras en los niveles de insulina en ayunas señalaban unas diferencias muy importantes a la hora de predecir quién desarrollaría o no una enfermedad cardiovascular. El segundo, publicado en el Coronavy
Arteiy Desease, demostraba que la existencia y la gravedad de las enfermedades cardiovasculares están fuertemente vinculadas a aumentos muy ligeros de los niveles de insulina. Estos dos estudios confirman el principio básico de Dieta para estar en la Zona: que la insulina elevada es extremadamente peligrosa para la salud.
Este principio también se ha visto apoyado por unas investigaciones ealizadas en la Escuela de Medicina de Harvard, presentadas por rimera vez en la conferencia anual de la Asociación Cardiológica Estadounidense e 1995, en las que se demostró que la proporción entre
los triglicéridos y las lipoproteínas de alta densidad del colesterol es un ndicador muy fiable del riesgo de contraer enfermedades cardíacas. Esta conclusión no debe sorprendernos, ya que los niveles altos de triglicéridos y bajos de LAD del colesterol están relacionados con la resistencia
a la insulina y la hiperinsulinemia. De hecho, estos estudios indicaban que los pacientes con las proporciones más altas entre los triglicéridos y las LAD del colesterol tenían diecisiete veces más posibilidades posibilidades de sufrir un ataque cardíaco que los que mostraban proporciones más bajas. Un riesgo diecisiete veces mayor parece muy buena razón
para mantener bajo estrecho control la proporción entre triglicéridos y as LAD del colesterol.
También ahora se ve con más claridad la relación entre obesidad, insulina y enfermedad cardiovascular. Así, por ejemplo, un estudio reciente de la Escuela de Medicina de Harvard, publicado en 1995, demostró que una mujer que aumenta de siete a diez kilos o más su peso
corporal después de los dieciocho años, eleva de manera espectacular el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca. Como este estudio, publicado en el Juurnal of The American Medical Association, se realizó entre 115.000 enfermeras, sin duda debe de tener alguna validez. También afirmaba que las nuevas «líneas de guía sobre el peso dadas en 1990 tranquilizaban falsamente al gran porcentaje de mujeres que estaban dentro de ellas, pero que aun así corrían riesgos que en principio se podían evitar, de contraer enfermedades cardiovasculares por culpa
de su peso». Por otro lado, unos estudios realizados en la Universidad de Stanford
han demostrado asimismo la relación entre el consumo de hidratos de carbono y grasa y sus efectos sobre la insulina a partir de la comparación de diversos tipos de dietas utilizadas por pacientes obesos con diabetes de tipo SI (definidos como hiperinsulinémicos). Los resultados
en los análisis clínicos de los pacientes que siguen dietas bajas en hidratos de carbono y ricas en grasa (si es grasa monoinsaturada) son mucho mejores que los de aquellos que siguen las típicas dietas ricas en hidratos de carbono que se recomiendan a las personas con esta enfermedad.
Y si una dieta baja en hidratos de carbono y rica en grasa es mejor para los pacientes obesos hipersinsulinémicos con diabetes de tipo 11, jno lo será también para los estadounidenses obesos e hiperinsulinémicos (aunque no diabéticos de tipo SI)? Yo diría que sí. Muchos de mis detractores se aferran a estudios epidemiológicos para apoyar sus tesis en favor de las dietas ricas en hidratos de carbono, e insisten en que cualquier estudio que haya durado menos de un
año (como el de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford) no tiene ninguna validez, ya que las enfermedades cardiovasculares tardan más tiempo en desarrollarse. Ahora bien, si con respecto a las enfermedades cardíacas sólo se consideran los datos epidemiológicos, creo que la única estadística que cuenta es la mortalidad. Observa con
atención los datos de la Asociación Cardiológica Estadounidense que aparecen en las figuras 17.1 y 17.2, y verás que las tasas de mortalidad por enfermedad cardiovascular de distintas poblaciones revelan interesantes paradojas.
MIERDA, NO HAN SALIDO LOS GRAFICOS!!
De estos dos gráficos se desprende que los japoneses tienen una tasa de mortalidad muy baja por enfermedades cardiovasculares. Y con los franceses ocurre lo mismo, aunque su dieta es muy distinta de la de los japoneses. LES una superior a la otra? Yo las he probado y he disfrutado con las dos. iY qué pasa con los chinos, que comen mucho arroz pero no tanta proteína animal (pescado) como los japoneses? Si estudias las cifras de la población china urbana (la que realiza el trabajo físico duro que reduce los niveles de insulina), y las comparas con las estadounidenses, verás que hay muy poca diferencia en la tasa de mortalidad. Por lo tanto, la afirmación de que comer abundantes cantidades de arroz disminuye el riesgo de contraer enfermedades cardiacas será cierta en el caso de los japoneses urbanos pero no en el de los chinos que viven en las grandes ciudades. La diferencia es que los Japoneses llevan una dieta hormonalmente mas equilibrada que los chinos.
Tasas de mortalidad por enfermedad cardiovascular
Edad: 35-74 años
Tasa de muertes
por cada
100.000 hah.
Japón Francia EE.UU. China
(ciudades)
Figura 17.1. Cifras de mortalidad cardiovascular (mujeres)
Lo que esto demuestra realmente es que los estudios epidemológicos pueden llevar a conclusiones equivocadas. Como ha dicho Charles Hennekens, de la Escuela de Medicina de Harvard: «La epidemiología es una ciencia imperfecta e inexacta». La fuerza de la epidemiología reside en identificar una hipótesis potencial en los estudios de población a gran escala para realizar experimentos clínicos controlados que demuestren o nieguen esa hipótesis.
El apoyo a las afirmaciones de que las dietas ricas en hidratos de carbono son realmente superiores, debe provenir de estudios clínicos a largo plazo en los que la dieta haya sido estrictamente controlada. Pero por lo que yo sé, sólo se ha publicado un estudio de este tipo, y fue en 1995. En ese estudio concreto, los pacientes con enfermedades cardiovascnlares siguieron una dieta vegetariana, rica en hidratos de carbono, complementada con ejercicio físico y reducción del estrés durante un período de cinco años.
Y aunque esos pacientes presentaban un mejor flujo sanguíneo, su proporción entre los triglicéridos y las LAD del colesterol (un indicador de los niveles de insulina) que, para empezar era alta, aumentó enun 25% durante los cinco años que siguieron una dieta rica en hidratos de carbono y baja en grasa, cosa que según el trabajo preliminar que realizó la Escuela de Medicina de Harvard, no les reportó precisamente un buen estado de salud a largo plazo. De hecho, el investigador principal de este estudio, el doctor K. Lance Gould, un cardiólogo muy respetado, en una carta publicada en 1996 en el Joumal of the American Medical Association, dijo: «Con frecuencia, en personas que siguen dietas vegetarianas y ricas en hidratos de carbono, los niveles de triglicéridos suben y los de las LAD del colesterol bajan. Como los niveles bajos de LAD, en especial con unos triglicéridos aumentados, hacen que la persona corra un importante riesgo de desarrollar episodios coronarios, no recomiendo una dieta estrictamente vegetariana rica en hidratos de carbono
».
Todas las investigaciones citadas indican que lentamente se está comprendiendo que la dieta rica en hidratos de carbono tal vez no sea la panacea que creíamos para nuestros enfermos. Pero ninguna de ellas confirma directamente que la dieta de la Zona sea el camino que se
deba seguir. Por lo tanto queda por formular una pregunta referente a la Dieta para estar en la Zona y es una pregunta justificada: jexiste algún estudio independiente que haya verificado los resultados de la dieta de la Zona en pacientes hiperinsulinémicos? La ciencia está basada
en la capacidad de cualquier investigador de repetir un estudio y obtener, básicamente, los mismos resultados. Por eso, hasta que se haga esa repetición, el estudio realizado por un solo investigador sólo será indicativo. En la Dieta para estar en la Zona, ya presenté datos experimentales sobre sujetos hiperinsulinémicos que demostraban una clara mejora clínica después de seguir este programa durante ocho semanas, y una mejora clínica aún mayor al cabo de dieciséis. Pero ¿hay alguien que los haya repetido? jNo es esa verdaderamente la pregunta que debemos hacernos?
Por fortuna, en febrero de 1996, se hizo un estudio de ese tipo que apareció publicado en el American Joumal of Clinical Nutrition, en el que se controló la dieta de 43 pacientes obesos hiperinsulinémicos en régimen hospitalario durante seis semanas (la composición de la dieta
utilizada para dicho estudio era esencialmente igual a la de la Zona), y se vio que, durante ese tiempo, a los pacientes les disminuyeron los niveles de azúcar en la sangre, los triglicéridos y la insulina. ¿Cómo se comparan estos resultados con los datos que presenté en la Dieta para estar en la Zona procedentes de mi estudio realizado conpacientes obesos, hiperinsulinémicos y con diabetes de tipo II? A fines comparativos, me he remitido a varias dietas utilizadas en el estudio
publicado por el AmericanJoumal ofclinical Nutrition y el estudio realizado por mí, comparando la dieta de la Zona y una dieta recomendada por la Asociación Estadounidense de Diabetes. Las cifras están presentadas en razón de las distintas proporciones entre proteína e
hidratos de carbono. Esta proporción (la del carburador hormonal) en la que se basa la dieta de la Zona, debería ser, idealmente, de 0,75. Los resultados se muestran en la Tabla 16.1.
Tabla
16.1
Comparación de las proporciones entre proteína e hidratos de carbono
(PíH) en análisis clínicos de pacientes hiperinsulinémicos
PROPORCIÓN P/H GLUCOSA INSULINA TRIGLICÉRIDOS TGíLAD
0,33 (ADA
- 8 semanas)" -12% +12% +20% +46%
0,64 (6 semanas)** -7% -8% -18% -12%
0,75 (Zona
- 8 semanas)* -12% -20% -27% -24%
O 75 (Zona
- 16 semanas)* -15% -30% -35% -30%
* De La Zona (19951, con pacientes externos con diabetes de tipo
11.
** Del Amencan Journal
of Clinical Nutrition (19961, con pacientes internos
con problemas de metabolismo.
Como puedes ver en esta Tabla, el cambio en la proporción entre proteína e hidratos de carbono en cualquier dieta alterará los niveles de insulina y, a su vez, llevará a una notable mejora clínica de la glucosa en la sangre, de los triglicéridos y de la proporción entre los triglicéridos
y las LAD del colesterol de los pacientes. Y si miras los parámetros clínicos, sobre todo la proporción entre triglicéridos y las LAD del colesterol, la dieta de la Zona cumple todos los criterios clínicos de una dieta hormonalmente correcta. De hecho, cuanto más tiempo permanecían los pacientes en la Zona, mejores eran los resultados clínicos.
Ahora bien, si los estudios que demuestran que algo va mal en nuestra obsesión por los hidratos de carbono en el tratamiento de pacientes obesos son cada vez más numerosos, ja qué se debe que la población en general y los médicos en particular sigan adoptando unadieta rica en hidratos de carbono como panacea para nuestro aumento epidémico en la obesidad? Uno de los factores puede ser que las dietas ricas en hidratos de carbono nos ofrecen consuelo si las consideramos bajo el prisma de las calorías. Al fin y al cabo, son dietas bajas en grasas,
jy no es la grasa lo que nos engorda? Y si la grasa es el enemigo, la táctica consiste en reducir toda la grasa de la dieta, independientemente del tipo que sea.
Ahora bien, si pensamos en el aspecto hormonal, la dieta rica en hidratos de carbono es completamente absurda, ya que eleva los niveles de insulina en las personas genéticamente predispuestas a desarrollar hiperinsulinemia o en las que ya son hiperinsulinémicas. Y este
aumento de la insulina no sólo es lo que nos engorda sino también el factor que acelera el proceso hacia una enfermedad cardiovascular. Si el enemigo es la insulina, lo que se debe hacer entonces es controlar la proporción entre hidratos de carbono y proteina en cada comida. Hay
dos enemigos potenciales (la grasa por un lado y la insulina por el otro) y dos tácticas distintas (una dieta rica en hidratos de carbono o una dieta hormonalmente equilibrada). Durante los últimos 60 años hemos elegido el enemigo y la táctica equivocados.
El otro factor que estimula en este pais la obsesión por las dietas ricas en hidratos de carbono y que hace que los estadounidenses coman cada vez mayores cantidades de estos macronutrientes es la economía.
Hay que ser realistas. En la promoción de las dietas ricas en hidratos de carbono hay mucho dinero en juego. En primer lugar, si este pais produce millones de toneladas de trigo cada año, iqué se puede hacer con él? Los animales no lo comen. El trigo sólo sirve para hacer pan, pasta
y bollos. Y si tienes un importante grupo político de presión, harás todo lo que esté en tus manos para que el Gobierno aliente a los ciudadanos a comprar el máximo posible de productos elaborados con trigo. Por eso a nadie le sorprenderá que la base de la nueva pirámide alimentaria de Estados Unidos esté compuesta principalmente por productos de este tipo. Y tampoco, que el consumo de la pasta haya aumentado en un 115% durante la última década.
Segundo, si vives de la industria alimentaria, vender hidratos de carbono envasados es un gran negocio. La proteina es cara y la grasa se enrancia. De esta forma, eliminando toda la proteina y grasa que sea posible de los alimentos envasados, se prolongará el tiempo de permanencia
de los productos en la despensa y se reducirán costes. En el aspecto económico es lo más sensato que se puede hacer. Además, los hidrato~ d e carbono son baratísimos, duran siempre (piensa en la pasta), son políticamente correctos y tienen el sello de aprobación del Gobierno
de Estados Unidos: más miles de millones de publicidad gratuita para promocionar su consumo. Y por lo tanto, lo más lógico es apuntarse a esta fiebre por los hidratos de carbono. Además, la modernización de nuestra tecnología alimentaria permite que prácticamente todos
los productos envasados estén compuestos sólo de hidratos de carbono.
Por último, el Gobierno de Estados Unidos, en un intento por mejorar la salud del país, adoptó un concepto dietético (es decir, que comer cereales reduciría la obesidad), sobre el que no se pensó de antemano qué consecuencias hormonales podría tener. En este caso, se empezó la casa por el tejado.
Y aunque esto no signifique que haya una conspiración para engordar a los estadounidenses y para que estén menos sanos, creo que la convergencia de estos tres factores (los fuertes grupos de presión política en el sector agrícola, los beneficios en las empresas de manufactura de alimentos y el «consenso» impulsado por el Gobierno) ha llevado a nuestro pais por un camino que está produciendo una crisis de salud cada vez mayor.
Evidentemente, a la sanidad pública del país le esperan grandes problemas. A principios de 1996, la Asociación Cardiológica Estadounidense anunció que, por primera vez desde 1980, las muertes por enfermedad cardiovascular estaban aumentando. Me temo que todos estos
conceptos erróneos desde el punto de vista hormonal, como la fiebre de los hidratos de carbono, están empezando a pasarnos factura.
Por lo tanto, jcuál es la mejor dieta? Es aquella que puedas seguir toda tu vida, y que respete los criterios clínicos que he desarrollado anteriormente. Creo que muchos de mis críticos estarán de acuerdo en que se trata de líneas razonables. Una vez que comenzamos a tratar la nutrición como una ciencia que puede ser juzgada a la luz de parámetros científicos, en cuanto opuestos a criterios políticos o filosóficos, podemos, como país, recuperar el sentido común en materia alimentaria.
Lo que realmente se necesita en este campo es un diálogo abierto y constante contrapuesto al «consenso» monolítico basado en sistemas de creencias. El sistema de creencias predicado a los estadounidenses de que los hidratos de carbono (en especial la pasta y el pan) son la base de una buena nutrición no funciona. Un último comentario acerca de tu abuela. En un estudio del
New England Journal
of Medicine, se dio a conocer qué grupos humanos teníanuna mayor longevidad una vez superados los ochenta años, partiendode 1960 en adelante. En 1995 ya habían obtenido suficientes datospara llegar a conclusiones válidas.
¿Y qué grupo tenía la mayor longevidad? iLos japoneses? No. ¿Los franceses? No. ¿los suecos? Tampoco. Eran los estaiiounidenses.