Por ahora, no tengo ningún motivo para creerlo. Los culturistas anteriores a los 90 se empachaban de leche y huevos, como ya hemos comentado.
Y tampoco veo motivos fundados para no creer que la comida post-entreno deba ser lo más rápidamente asimilable que sea posible. Apelando a criterios adaptativos y de supervivencia, el cuerpo tras un esfuerzo inusitado, necesita recuperarse del shock, y será más complaciente en dedicar los recursos a construir masa si le servimos inmediatamente una buena inyección de carbos rápidos y proteína. Para hacerle salir de dudas, por así decir, aunque no sea un argumento científico.

Yo termino los entrenamientos hambriento, y respondo a mi cuerpo con algo que pueda aprovechar cuanto antes.
No creo que haya mucha diferencia si en esa toma hay grasas, o si la tomamos una hora después, pero no creo que sea lo más óptimo para crear un entorno anabólico a la mayor brevedad.