A ver que le eché un ojo a mi bibliotequilla personal:
Chuck Palahniuk: como éste hay pocos. Crudo como él sólo, directo y visceral. A mí me parece que tiene una pluma soberbia para el relato corto, y que flojea cuando se trata de obras más extensas. Le placen los puntos mucho más que las comas; las sentencias son su divisa. Es un autor estupendo para entrenerse si uno busca algo macabro pero crudo, sin adulterar, violento y sin viso alguno de sutileza.
E. T. A. Hoffman: uno de los grandes del romanticismo alemán. Ahora mismo estoy leyendo Los elixires del diablo. Sus cuentos, como los de Poe, ahondan en las dimensiones oscuras del hombre y en los misterios de la naturaleza. Autor queridísimo por Freud, que le dedica muchos párrafos en su ensayo sobre la categoría estética de lo siniestro.
E. A. Poe. Creo que no necesita presentación. Un maestro de aquellos cuentos que discurren por la frontera entre lo escrupulosamente real y lo fantasioso. Trata sentimientos como el espanto y la angustia de maravilla, y es un habitual de temas curisoos propios como el mesmerismo, la catalepsia, el animismo... De pluma directa, enemigo de la metáfora y partidario de un cuidadoso estudio de la pieza literaria antes de lanzarse a escribir.
Herman Hesse. Recomiendo los cuentos, porque son más cortos y mantienen el espíritu humanista del autor a la perfección. Sus cuentos abundan en la faceta personal de los personajes, dejando los acontecimientos que les rodean en un segundo plano, y siempre como material para estudiar la diversidad de facetas del ser humano.
Franz Kafka: escritor oscuro y funesto donde los haya. Horroriza leerse la Metamorfosis y sentir una mínima parte de la angustia que debe tener encima Gregorio Samsa. De todos modos hace mucho que no leo nada suyo.
Stefan Zweig. Una maravilla de autor de principios del siglo pasado. Una literatura excelentemente cuidada, detallista, tranquila. Trabaja mucho la faceta emocional e íntima de los personajes. Ellos son los protagonistas, como en Hesse. El entorno suele ser la Viena de los burgueses.
Y dos piezas maestra de la poca literatura que he tenido entre manos: la primera es una obra magnífica y que no dejo de recomendar pese a lo laaaaarga que es: Crimen y Castigo. La leí este verano en menos de 6 días, y es, como ya he dicho extensa como ella sola. Pero es genial, la verdad. Las relaciones entre los personajes, toda la miseria humana que se deja ver en sus páginas y algunos momentos memorables como la conversación entre Raskólnikov y Porfiri son impagables.
La segunda es el Fausto, de Goethe, pero no recomiendo a nadie acercarse a ella si no tiene entre manos una edición decente, con una buena cantidad de notas aclaratorias que expliquen aquellas cosas que son necesarias. Hay que ser un erudito de muuuuchos temas para leerse el Fausto por uno mismo. Pero la experiencia de viajar en compañía del doctor Fausto y Mefisto por la antigua Grecia no tiene precio. No lo tiene, oigan.
No se me ocurre mucho más, la verdad.