Creo que tengo demasiadas.
- Como soy teclista, entre serie y serie a veces me da por sacar la melodía de las canciones en el aire.
- Como la batería de mi grupo me deja practicar en los ensayos, también trato de sacar los ritmos con los dedos y el pie.
- Tengo que ir a beber cada dos ejercicios, más o menos, aunque sólo sea un poco.
- No aguanto el sudor en la nuca. Si no tengo la toalla a mano, tengo que ir a secarme al baño con papel higiénico.
- Aunque me sepa la rutina de memoria, no puedo hacer nada sin la tabla, como si acabara de empezar ese mismo día. Soy muy quisquilloso con las anotaciones, tengo la cartulina garabateada como la pizarra de un científico loco.
- Me pongo nervioso si no veo uno de los relojes del gimnasio. ¡Necesito saber siempre el minuto exacto! Y estoy por decirle al monitor que pongan relojes digitales porque también necesito los segundos.
- Cuando me subo a hacer dominadas u otro ejercicio de colgarse, aprieto la goma al empezar cada serie, aunque esté perfectamente encajada.
- No aguanto que las pesas estén desordenadas. A veces las pongo en su lugar aunque no las vaya a utilizar.
- Sólo me peso los lunes o el sábado. Los miércoles nunca, me lo tengo prohibido, ¿por qué? No sé.
- Hay placas que me resultan antipáticas. Puedo mover la pila con tal de coger una de atrás, que me agrade.
- Lo mismo me pasa con los agarres de polea. Busco los que me gustan aunque haya encontrado libres otros.
- Visto siempre la misma ropa, holgada y negra, es como mi uniforme. Eso me obliga a lavarla por lo menos cada tres sesiones de gimnasio. También tengo zapatillas sólo para el gimnasio que son iguales que las de calle pero de otro color.
La verdad es que me estoy dando cuenta de que tengo millones de manías. Voy a parar aquí pero podría seguir y seguir. ¡Necesito ayuda profesional!