Mito Nº 4: Comer Grasa Engorda.
por Arturo Bórquez el viernes 16 de enero de 2009, en Artículos, Nutrición
Por: Ori Hofmekler autor de The Warrior Diet
Traducido por: Arturo Bòrquez C.
Del Articulo: Los primeros 10 Mitos de la nutrición
La acusaciòn “la Grasa es una grasa… y por lo tanto engorda”, no es teóricamente falso, pero no obstante, en la vida diaria está equivocado y desenfocado literalmente.
La grasa no es tejido adiposo, y no se puede considerar como tal. La grasa dietética consiste en una variedad inmensa de moléculas grasas divididas en grupos y subgrupos; cada una juega un papel diferente en el cuerpo.
Numerosos estudios demostraron las funciones vitales de los ácidos grasos esenciales (EFAs), los depositos de Fosfolìpidos y colesterol, regulan la tensión, la inflamación, metabolismo lipidico, la reacción al stress, construcción de membranas celulares, funciones nerviosas, inmunidad y la producción de hormonas anabólicas esteroides, respectivamente.
Es evidentemente claro, que el papel de la grasa dietética va mucho más allá de si es una fuente de energía como combustible o para el almacenamiento.
La pregunta es: ¿La grasa ingerida se trasforma en energía?
Y en cuanto a eso, ¿se adapta bien el cuerpo humano a utilizar principalmente la grasa como combustible inmediato?
Los estudios en el departamento de bioquímica y medicina clínica, del hospital de Addenbrooke, Cambridge, RU, reveló que personas distintas responden distinto al alto consumo de grasa. Un exceso calórico de grasa se almacenó predominantemente en algunos individuos y por contraste, en otros aumentó el gasto total de energía y lipólisis sin ganancia de masa grasa.
La pregunta se queda: ¿por qué algunos individuos están más expuestos a ganar grasa de calorías provenientes de grasa que otros?
Hay una cantidad substancial de evidencia que ciertas variables afectan profundamente la capacidad para utilizar el combustible graso.
Estas variables incluyen el género, la intensidad del ejercicio, la fuente de la composición dietética de la grasa y la dieta.
Los estudios recientes en la Universidad de Dinamarca Meridional, Odense, Dinamarca, descubrió que mujeres tienen los niveles más altos de lípido en las proteínas obligatorias, con una capacidad más alta de utilizar el combustible graso en el tejido muscular, que hombres.Interesante, los mismos estudios encontraron que esa capacidad en hombres para utilizar la grasa en los músculos apreciablemente aumentó con la aplicación del ejercicio intenso.
El efecto de la intensidad del ejercicio en la quema de grasa se investigó más en detalle en La Universidad de Maastricht, en los países bajos. Los estudios revelaron que esa grasa sirve como combustible muy eficaz en forma de grasa intramuscular (IMT). El IMT se almacena en el músculo con otras fuentes de combustible de vital importancia, sobre todo cuando el ejercicio es de alta intensidad y de larga duración.
NOTA: Se ha sugerido que el transporte y utilización de grasa parece estar determinado también por otras variables tales como la composición de la dieta (proporción de grasa/carbohidratos), el índice glicémico, la fuente de la grasa dietética así como la frecuencia y la intensidad del ejercicio.
Según la teoría económica de genes (Diario de la Fisiología Aplicada 2004) los humanos se han adaptado principalmente a sobrevivir mejor al seguir los ciclos del hambre y el banquete; el ejercicio y el descanso. Se ha sugerido también que nosotros los humanos nos hemos adaptado mejor a alimentos primitivos en el fondo de la evolución de cadena alimenticia (a fines del período paleolítico).
Se ha sugerido que eso siguiendo un estilo de vida que imita los ciclos de la dieta primitiva y la actividad física, hacen que la mayoría de los genes se disparen (genes económicos) eso nos ayuda a sobrevivir mejor; haciéndonos más eficientes en utilizar la grasa y el combustible de los carbohidratos con una mayor resistencia a la fatiga, stress y enfermedad.
De esa forma, nosotros los humanos por lo general utilizamos mejor los alimentos ricos en grasa y primitivos (el fondo de la cadena alimenticia), tal como nueces, semillas y huevos fértiles que alimentos adiposos posteriores (la cima de la cadena alimenticia), derivado de animales de granja o procesamiento, es decir manteca, la mantequilla o crema de leche, respectivamente.
Los alimentos grasos primitivos tales como nueces y semillas también son una de las buenas fuentes de aminoácidos y vitaminas lipo-solubles. En su estado crudo, ellos contienen Fitoesteroles (colesterol- proveniente de la planta), que ayuda predominantemente en la producción de hormonas anabólicas y sexuales.
Para aprovechar mejor nueces y semillas, cómalos solos o con vegetales y proteína. No combine estos alimentos grasos con azúcar o granos. Las nueces y las semillas tienen un índice glicémico bajo por naturaleza. Generalmente nuestro cuerpo esta mejor adaptado al alimento con un bajo índice glicémico.
En el resumen, la grasa es principalmente un combustible superior. El músculo es el órgano más grande que utiliza grasa. La intensidad del ejercicio afecta positivamente a la capacidad del cuerpo para utilizar grasa como fuente de energía. Nosotros los humanos nos hemos adaptado para sobrevivir mejor con alimentos ricos en grasa y primitivos, que pertenecen al fondo de la cadena alimenticia, tales como nueces y semillas o huevos fértiles.Estos alimentos altos en grasa y primitivos, deben mantener su carácter natural de bajo índice glicémico y por lo tanto no se debe combinar con alimentos de alto índice glicémico tales como granos o azúcar. Evidentemente, los mismos alimentos grasos que pueden causar la ganancia de tejido adiposo en lugar de ello pueden convertirse en energía y promover la quema de grasa si son combinados apropiadamente.En conclusión, “la grasa, forma tejido adiposo” es un mito que desatiende completamente la complejidad y las funciones vitales de la grasa dietética.
Si se toma gravemente, este mito a menudo causa fobias a la grasa, llevando comúnmente a dietas de bajo contenido graso extremas, con consecuencias severas inclusive la desnutrición, la fatiga crónica, desórdenes alimenticios, impotencia, inmunidad cedida y ganancia de tejido adiposo.