Crom
SALUDOS GRAN GUERRERO
Entrenamos porque somos diferentes. No nos valen los cánones prefijados para el resto, las costumbres irreflexivas adquiridas, los viejos hábitos y el consabido «como YO (CROM) manda».
No nos conformamos con soñar con lo que podemos ser, sino con luchar por conseguirlo y hacer de ese medio el verdadero fin de nuestra existencia como culturistas.
No, no es eso. A nosotros nos mueve un inextinguible instinto de superación, en especial, con nosotros mismos. Una felicidad efímera que engancha a nuestras endorfinas y nos lleva a ser mejores que ayer y, si se puede, que mañana.
Entrenamos porque un día fuimos débiles e inseguros, con nosotros y con nuestro cuerpo. Porque un día vimos a unos culturistas en alguna portada de revista en un kiosko mientras andábamos perdidos y pensamos, en ese momento, que así queríamos ser. Es la sensación de encontrar algo que buscas y no sabes qué. La sensación que llena un vacío que no puedes explicar. El sentimiento que tienes en el estómago cuando te enamoras. El culturismo es como un paso por encima de lo preestablecido.
Entrenamos simplemente por algo tan banal como que nos gusta y que así lo hemos elegido, razones suficientes. La filosofía culturista es inherente a tí las veinticuatro horas pero no el entrenar, o al pincharte o incluso al seguir una dieta. Culturismo significa mejorar en todos los aspectos de la vida, el no conformarse con lo que parece preestablecido, en un clima de rivalidad, donde el adversario se torna compañero. Buena prueba de ello es este inconmensurable foro.
En el culturismo, se premia la regularidad. No el no caer nunca, sino el levantarse cada vez que se cae. Esa es la esencia del culturismo. Entrenamos, comemos, tomamos y descansamos lo necesario para hacernos felices porque queremos ver el sentido de cada día, hacernos creer que estamos aquí por algo.
No existe sensación más fructífera que la de superarte cada día, que la de enfrentarte a esa pila de mancuernas y pesos unos tras otros sin fin, y canalizar en breves instantes la fuerza que llevas dentro y que solamente tú puedes sacar para vencerlos.
Y desafías a los elementos, a los días de lluvia, de frío, festivos, viernes, fiestas, problemas, comentarios, malos días, trabajo... y tú allí, caminando contra viento y marea, contra las circunstancias. Porque eres más fuerte. Te lo debes a tí mismo porque en un pasado soñaste con que lo conseguirías y no puedes traicionarte.
Es una prueba constante contra la indolencia del ser humano: los elementos o tú, esa repetición de más, ese paso final, esas ansias que despiertan la necesidad imperiosa de estallar y gritar en silencio la intensidad de lo que sentimos, plasmado a golpe de mancuerna.
En definitiva, entrenamos porque es parte de nosotros mismos, porque sin hacerlo no seríamos nosotros, seríamos otra persona. Nos sentiríamos distintos y tarde o temprano retomaríamos el camino que sabemos nos pertenece.
y me pongo de pie...Crack