Acido fosfatidico.

metopa

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Durante las últimas décadas, varios compuestos no hormonales han ganado popularidad como resultado de sus efectos anabólicos en el cuerpo humano. Entre estos compuestos cabe mencionar la creatina, el ácido araquidónico y, por supuesto, el aminoácido de cadena ramificada leucina. Gracias a la continua investigación en el campo de la nutrición deportiva, los científicos podrían haber acabado de descubrir el próximo gran avance anabólico: el ácido fosfatídico (AF).

El AFestá compuesto por dos ácidos grasos, uno saturado y otro, generalmente insaturado, una glicerina y un ácido ortofosfórico. La unión entre estas moléculas se realiza mediante enlaces de tipo éster. Su estructura química: 1,2-diacil-sn-glicero-3-fosfato, es un tipo de fosfolípido integral de la estructura de las membranas celulares. Además, es un metabolito clave en la biosíntesis de varios fosfolípidos y triacilgliceroles, más comúnmente conocidos como triglicéridos. Además, el AF actúa como señalizador para las proteínas y aquí es donde se pone interesante.



Una de las señales de las proteínas del AF es la diana de rapamicina en células de mamífero (mTOR), una serina-quinasa y treonina-específica que regula el crecimiento celular, tales como la hipertrofia de las células del músculo. Está bien establecido en el campo de la nutrición deportiva que aproximadamente se requiere una dosis de 3gr. de leucina para activar la vía mTOR, activando de este modo la síntesis de proteínas. Este hecho lleva a una importante cuestión: ¿se puede mejorar aún más la señalización del mTOR para maximizar la síntesis de proteínas?

Los investigadores del Laboratorio de Rendimiento Humano en Orlando, Florida, realizaron un estudio con el AF para obtener una visión más clara de sus efectos en el mTOR. Los investigadores asignaron al azar a 16 hombres jóvenes entrenados en fuerza a uno de dos grupos. Un grupo recibió 750 mg de AF y al otro grupo se le proporcionó un placebo, 750 mg de harina de arroz.

A los sujetos se les asignó realizar un intento 1RM en press banca y sentadilla.Los investigadores obtuvieron datos sobre la composición corporal y una ecografía de los sujetos durante la primera sesión de pruebas para establecer las líneas base. Una ecografía es un tipo de técnica de imagen de ultrasonido para analizar músculos, tendones y articulaciones.

Tras 8 semanas de pruebas con la suplementación de AF, en la que se pidió a los sujetos realizar un protocolo de entrenamiento de resistencia de cuatro días a la semana que comprendió ejercicios que utilizaban el 70% de su 1RM, los investigadores llevaron a cabo una segunda composición corporal y una segunda ecografía. También se pidió a los sujetos que realizaran una segunda repetición máxima en press banca y sentadilla.

Ambos grupos aumentaron su fuerza en sentadilla, sin embargo el grupo que recibió la suplementación de AF la aumentó más que el grupo placebo: +12,7% y +9,3%, respectivamente. En cuanto a los cambios en la composición corporal, el grupo del AF logró un aumento del 2,6% de la masa corporal magra, mientras que el grupo placebo sólo ganó 0,1%. Estos hallazgos sugieren que el AF tiene un efecto anabólico en hombres entrenados de resistencia, además de aumentar la fuerza del tren inferior, cuando se combina con un protocolo de entrenamiento de resistencia que consta de ejercicios realizados a 70% de 1RM.

Es posible que el efecto anabólico del AF documentado en el estudio pueda haber sido debido a una mejora de la mTOR a través de la capacidad de señalización del AF. La investigación realizada por la Universidad Estatal de Medicina de Pennsylvania ha sugerido que el AF se une al mTOR y mejora la actividad del mTORC1, por lo que muy bien podría ser el mecanismo de acción que produce un efecto anabólico del AF. El mTORC1 es uno de los dos complejos múltiples de proteínas que componen el mTOR, el otro complejo es el mTORC2.

Aunque la investigación sobre el ácido fosfatídico y sus posibles efectos anabolizantes no hormonales se encuentra todavía en etapas preliminares, este compuesto parece muy prometedor. No te sorprendas si en un futuro próximo el AF comienza a aparecer en las listas de suplementos recomendados. El siguiente avance anabólico pudo haber acabado de llegar.

REFERENCIAS:
Fang, Y., et al. (2001). Phosphatidic acid-mediated mitogenic activation of mTOR signaling. Science.294:1942-1945.

Hanahan, D.J., et al. (1984). Phospholipids as dynamic participants in biological processes. Journal of Lipid Research. 25:1528-1535.

Hoffman, J.R., et al. (2012). Efficacy of phosphatidic acid ingestion on lean body mass, muscle thickness and strength gains in resistance-trained men. Journal of the International Society of Sports Nutrition. 9:47.
Rasmussen B. (2009). Phosphatidic acid: a novel mechanical mechanism for how resistance exercise activates mTORC1 signaling. Journal of Physiology. 587:3415-4316.

Winter, J.N., et al. (2010). Phosphatidic acid mediates activation of mTORC1 through the ERK signaling pathway. American Journal of Physiology: Cell Physiology. 299:C335-C344.

Xiaochun B., et al. (2009). Key factors in mTOR regulation. Cell and Molecular Life Sciences. 67:239-253.
You, J.S., et al. (2012). Mechanical stimulation induces mTOR signaling via an ERK-independent mechanism: implications for a direct activation of mTOR by phosphatidic acid. The Public Library of Science ONE. 7(10): e47258. doi:10.1371/journal.pone.0047258.
 
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Abstenerse preguntas gilipollezcas tipo ¿que me pasa si no lo consumo?
 
Eso sería fatídico.

No sé si te das cuenta que estas colocando toda la lista de sustâncias existentes, un día vas y pones el oxígeno, otro día el agua, otro día la aspirina y otro la ruda macho.
 
Segun tú, no se supone que cada uno preguntará lo que le salga de los cohones? O solo se aplica a tu persona?

Cada uno puede preguntar lo que le salga de los cojones,pero aviso para que se sepa que algunas preguntas son absurdas y no son de recibo,lo hago para que no siga pasando verguenza por internet,alla cada uno.
 
Que haras el ridiculo.

Está bien. Gracias. No lo haré.

En lugar de eso, vamos a trabajar sobre los datos que pusiste:

A los sujetos se les asignó realizar un intento 1RM en press banca y sentadilla.Los investigadores obtuvieron datos sobre la composición corporal y una ecografía de los sujetos durante la primera sesión de pruebas para establecer las líneas base. Una ecografía es un tipo de técnica de imagen de ultrasonido para analizar músculos, tendones y articulaciones.

Tras 8 semanas de pruebas con la suplementación de AF, en la que se pidió a los sujetos realizar un protocolo de entrenamiento de resistencia de cuatro días a la semana que comprendió ejercicios que utilizaban el 70% de su 1RM, los investigadores llevaron a cabo una segunda composición corporal y una segunda ecografía. También se pidió a los sujetos que realizaran una segunda repetición máxima en press banca y sentadilla.

Ambos grupos aumentaron su fuerza en sentadilla, sin embargo el grupo que recibió la suplementación de AF la aumentó más que el grupo placebo: +12,7% y +9,3%, respectivamente. En cuanto a los cambios en la composición corporal, el grupo del AF logró un aumento del 2,6% de la masa corporal magra, mientras que el grupo placebo sólo ganó 0,1%. Estos hallazgos sugieren que el AF tiene un efecto anabólico en hombres entrenados de resistencia, además de aumentar la fuerza del tren inferior, cuando se combina con un protocolo de entrenamiento de resistencia que consta de ejercicios realizados a 70% de 1RM.

Eso es lo que se llama un experimento unifactorial, en el que un grupo es sometido al fator en cuestión y el otro no.

Pero la información sólo compara medias, para saber si la diferencia entre las medias es estadísticamente significativa, necessitaríamos averiguar:

1) si las distribuciones de los residuales son aproximadamente normales

2) en caso que lo sean, que test se hizo y cual fue el nível de significación obtenido (p - value)

3) si no lo son, entonces que política se empleó para sacar conclusiones (eliminación de outliers, pruebas no paramétricas, nuevo experimento...)
 
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Según lo analizado y estudiado mediante método científico y evidencia, en "Supplements with purported effects on muscle mass and strenght» (publicado en «European Journal of Nutrion), independiente y sin subvención de ninguna marca, cosa importante y a tener en cuenta, (el que quiera que lo busque, que no me voy ni a molestar en ponerlo) el Acido Fosfatídico se incluiría en evidencia grado B, que habla sobre evidencia mixta y pocos ensayos clínicos aleatorizados, y se consideran seguros para la salud siempre y cuando no se superen las dosis recomendadas siempre en contextos muy concisos y pueden producir un notable efecto placebo en el atleta.
En esta categoría estarían incluidos suplementos como los aminoácidos ramificados, citrulina, beta-hidroxi-baeta-metilbutirato (HMB), la mayoría de las vitaminas y minerales, arginina o ATP.

Como curiosidad, en grado A, se encontrarían según la evidencia científica demostrable, la cafeína, la creatina, los nitratos, la proteína y los ácidos grasos omega-3 siempre y cuando sean recomendados por un profesional y bajo unas características o circunstancias muy específicas. Es decir, no a todo el mundo bajo cualquier situación se considerarían efectivas, pero en algún momento en concreto según un objetivo si.

Y las categorías C y D (sin evidencia científica) entre los que se encontrarían, según el amplio estudio, la glutamina, la ornitina, el ácido linoleico conjugado, el resveratrol, el alfa cetoglutarato (AKC), el ácido ursólico o el tribulus terrestris. Es decir, cero patatero.

El estudio recalca igualmente, que siguiendo una dieta equilibrada no tendría por qué ser necesario consumir suplementos deportivos. Quizá en el deporte profesional, si las demandas físicas superan los requerimientos típicos del deporte amateur se podría plantear suplementar con ciertos productos con el fin de mejorar el rendimiento profesional.
 
El ácido fosfatídico (PA) es un lípido a partir del que se forman los fosfoglicéridos, que son unos fosfolípidos que forman parte esencial de la membrana celular.

Estudios previos han observado que el PA activa la vía de señalización de la ´proteína mTOR (diana de rapamicina en células de mamífero), lo que podría potenciar los efectos anabólicos del ejercicio de fuerza. Hace unos años se publicaron resultados de un estudio piloto (Hoffman y col, 2012; J Int Soc Sports Nutr 9: 47) cuyo objetivo fue examinar si la administración oral de TA podría aumentar la fuerza y el tamaño muscular en un periodo de suplementación y entrenamiento de fuerza de 8 semanas.

Más recientemente, otras investigaciones (Joy JM y col, 2014, Nutr Metab (Lond) 11:29; Shad y col, 2015, Appl Physiol Nutr Metab 40: 1233-41; Escalante G y col, 2016, J int Soc Sports Nutr 13:24) han planteado objetivos similares. Los resultados de estos estudios sugieren que la suplementación con 750 mg al día de PA asociado al entrenamiento de fuerza mejora la fuerza y la masa muscular.

Aunque los efectos ergogénicos del ácido fosfatídico, especialmente en relación al entrenamiento de fuerza, deben ser confirmados, los resultados de las investigaciones apuntan a considerar esta ayuda ergogénica como eficaz.
 
El trabajo con resistencias produce crecimiento muscular mediante la activación de mTOR, que es la enzima responsable de la síntesis proteica celular, resultando en hipertrofia.

Las células musculares utilizan PA para activar y regular mTOR.

Los sujetos que han tomado un suplemento de PA han conseguido hasta un 50% de incremento de la sección transversal muscular y han mejorado su composición corporal, un incremento del 40% en la capacidad de ejercer fuerza y hasta una pérdida de peso un 60% más eficiente que el grupo que recibió placebo.

Micro-PA contiene una fórmula altamente especializada de PA insaturado, con una mayor biodisponibilidad que activa y amplifica la síntesis proteica celular.
 
Los sujetos que han tomado un suplemento de PA han conseguido hasta un 50% de incremento de la sección transversal muscular y han mejorado su composición corporal, un incremento del 40% en la capacidad de ejercer fuerza y hasta una pérdida de peso un 60% más eficiente que el grupo que recibió placebo.

No sé si te das cuenta que de la forma que lo estás poniendo es un processo exponencial, aumentas una proporción fija cada vez, entonces la musculatura va para el infinito y la grasa va para el cero.

Como eso es un absurdo, tienes que poner en que condiciones ese aumento proporcional se produce. Tienes que restringir más los escenarios.

Sigue así. Puedes y debes mejorar.
 
No sé si te das cuenta que de la forma que lo estás poniendo es un processo exponencial, aumentas una proporción fija cada vez, entonces la musculatura va para el infinito y la grasa va para el cero.

Como eso es un absurdo, tienes que poner en que condiciones ese aumento proporcional se produce. Tienes que restringir más los escenarios.

Sigue así. Puedes y debes mejorar.

Es que yo creo que no sabe ni lo que pone, se limita a copiar y pegar sin comprensión de lo que está poniendo y sin sentido critico de lo expuesto.

Pd- Bienaventurados los que crean en productos milagros que prometen y prometen con base a una publicidad engañosa basada en la exageración de las propiedades atribuidas, de los que pueden poseer, únicamente acciones débiles y muy concretas sobre el organismo, aunque el márketing lo exagere convirtiéndolo en producto indispensable, mientras muchos entrenamos con éxito de resultados únicamente con comida real, y dieta equilibrada.
 
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No es mio, pero lo explica perfectamente (incluso con baja capacidad de comprensión, es fácil entender) ;

Es algo fatídico tomar ácido fosfatídico

Extraído de aquí; https://www.elcorreogallego.es/hemeroteca/es-algo-fatidico-tomar-acido-fosfatidico-ETCG1014231



Permítame que le cuente una entretenida historia, que comenzó en la década de los noventa. Por aquel entonces, un incipiente Santi Carro devoraba todo libro de nutrición deportiva que cayese en sus manos, pues su cerebelo era cual esponja marina que sólo deseaba empaparse con datos científicos, conocimientos y postulados varios. En efecto, para un servidor, elucubrar sobre los secretos del crecimiento muscular y el desempeño deportivo, era el equivalente a lo que a Champollion descifrar los jeroglíficos de la piedra de Rosetta, a Howard Carter descubrir la tumba del maltrecho Tutankamón, o a Stephen Hawking otear el universo conocido.

Cantidad de autores hacían responsables a múltiples sustancias, directa o indirectamente, del crecimiento muscular y/o rendimiento atlético. Y, entre toda esa vorágine o marabunta de reseñas, se hallaba una sustancia de naturaleza oleaginosa que hubo de llamar especialmente mi atención: se trataba de la fosfatidilserina.

Dicho compuesto, perteneciente al grupo de los denominados "fosfolípidos", prometía actuar, una vez ingerida en forma de suplemento alimenticio e incorporada ya en las membranas celulares, como sustancia rejuvenecedora de las neuronas, pero también como agente anticatabólico; es decir, la fosfatidilserina podía prevenir el "deshilachado" -o destrucción- de las fibras musculares tras el duro entrenamiento. Aquello prometía.

"Eureka", pensé. Casi más importante que crear nuevas fibras musculares, con vistas a ponerse uno "enorme", es mantener intactas las ya conseguidas, entre sesiones de entrenamiento; de nada vale poner ladrillos a los muros de una casa, si cuando vuelves al trabajo estas paredes se han desmoronado por completo, ¿estamos de acuerdo? Así que decidí seguir indagando sobre este asunto, cual sabueso detrás del indicio.

Así pues, seguí la pista del mismísimo doctor Michael Colgan, especialista norteamericano en medicina antienvejecimiento y rendimiento deportivo, el cual se deshacía en halagos con respecto a esta sustancia, celebrando al mismo tiempo -decía en uno de sus libros- que ya se dispusiera de la tecnología adecuada para sintetizar cantidades apreciables de este fosfátido a partir de fuentes vegetales, habida cuenta de que algunos de los primeros lotes de producción, de origen animal, vinieron contaminados con el virus de las "vacas locas".

Henchidos de júbilo, Colgan y sus colegas se hicieron raudo con los primeros lotes de fosfatidilcolina comercial -de origen vegetal, claro-, para "salvaguardar sus membranas celulares del estrés oxidativo", basando su alborozo en un estudio (por llamarlo de alguna manera) en donde se observó que los ratones que tomaban fosfatidilserina, comparándolos con el grupo de control (es decir, los que no tomaron nada), eran "mucho más inteligentes"... ¿Inteligentes, unos ratones? ¿Qué pasa, mientras que los unos seguían comiendo el queso de siempre, los otros preferían irse de tapas? Seamos serios, Michael, hombre.
Lo importante -ahora en serio- es aportar todos los fosfolípidos juntos, en forma de lecitina, habida cuenta que, al igual que los aminoácidos y las vitaminas, los fosfolípidos trabajan mejor todos juntitos. ¿Y cuál es la mejor lecitina que existe? No, no es la de soja: es la del huevo. En efecto, la lecitina del huevo aporta todos los fosfolípidos conocidos y por conocer, incluida la fosfatidilserina ésa de marras.
Por eso mismo, y otras muchas razones, gusto yo de zamparme a la hora del desayuno mi revuelto de huevos con frutas tropicales, y de tal forma así procedo desde hace casi de veinte años.

Pasado ya el tiempo, y cuando ya nadie habla de la fosfatidilserina, vuelve la fiebre absurda por otro fosfolípido: el llamado ácido fosfatídico. Dicho ácido es la pieza clave en la construcción de los demás fosfolípidos, vale decir que es el "chasis" o "armazón" del que derivan todos los demás. Esto es muy importante, teniendo en cuenta que las membranas de todas nuestras células están compuestas de una mezcla de fosfolípidos y colesterol, lo que determina su fluidez y, en última instancia, su funcionalidad.
La composición de este ácido consta de glicerina, dos ácidos grasos y un grupo fosfato y, ya ensamblado todo este mogollón de cosas en dicho "chasis" o "armazón", es cuando se incorporan múltiples sustancias que pueden unirse al grupo fosfato: inositol, colina, serina, etc., lo cual acabará por conferir al fosfolípido de que se trate, su santo y seña. Es como a un coche, que tras ponerle el chasis, el motor, la carrocería y las ruedas, pues ya sentenciamos de qué modelo se trata, al pintarle el logo.
Pues gracias a que un servidor estuvo casi una década al mando del primer centro de nutrición deportiva abierto en Compostela, sé de buena tinta cuándo un suplemento "va de farol" nada más verlo. Porque, le diré más, todo lo que era novedad en mi centro, primero pasaba "por el filtro", léase el gaznate de Santi Carro, pues así gustaba yo de operar, cual conejillo de indias. Yo quería saber si lo que prometían aquellos panfletos era cierto... y pronto descubrí que "del dicho al hecho, hay un trecho".
Usted verá, en su empeño por desmarcarse de la competencia y vender (aunque sólo sea durante unas breves semanas), las casas de complementos alimenticios sacan anualmente tres o cuatro "sustancias milagro nuevas", capaces de las más gloriosas gestas; unas prometen convertir al infecundo usuario en Lorenzo Lamas, o a cualquier desaliñada interfecta en Megan Fox, "a golpe de contrarrembolso o tarjeta de crédito"; otras firmas van más allá, jurando y perjurando convertir a cualquiera alfeñique de 50 kilos en Rambo (concretamente en la parte III, que es cuando más "ciclado" estaba). El problema reside en que esas afirmaciones se basan en estudios de dudosa credibilidad y, en la mayoría de las ocasiones, ni están contrastados ni se han realizado en humanos, sino en grillos cebolleros. Pero da igual, "si a un grillo cebollero le funciona, pues a los forzudos crossfiteros, también"... y después vienen los disgustos.
Aún así, en esta sociedad consumista y acostumbrada a la inmediatez de las cosas (me duele la cabeza, me tomo una aspirina; o me pongo un balón de basket en la barrigola, porque degluto cual hipopótamo del Nilo), la gente blande su tarjeta de crédito, en las presentaciones comerciales, con la intención de "inmolarse", y aun siendo Terelu la estrella que venda un quemagrasas de "eficacia probada", los febriles consumidores se abrirán paso unos encima de otros hasta vaciar completamente las estanterías, dejando desperdigado por el camino un reguero de billetes y algún que otro cadáver.
Por eso mismo, sé que todas esas matracas no valen ni para tomar viento, y pasarán de moda tan rápido como llegan, justo cuando aparecen otras nuevas... y vuelta a empezar. Las cetonas de frambuesa, por citar otro "maravilloso y reciente invento", que prometían potenciar la secreción de una citoquina llamada "adiponectina", y con ello dejar a las féminas más delgadas que una presentadora de televisión, o el ácido D-aspártico, otra milonga absurda e infecunda que prometía ponerle a uno "salvaje" como a Orzowei... y con el mismo corte de pelo, si usted me apura.

Ahora le toca el turno al ácido fosfatídico, que encima de no valer para nothing, es más caro que pagar una letra del coche. Es cierto que el ácido fosfatídico se precisa como integrante de una compleja ruta de señalización molecular llamada "vía m-TOR", que inicia la respuesta anabólica de reparación y crecimiento muscular; pero nuestras células no tienen más que catabolizar -romper- un trocito de su membrana plasmática (que de eso tiene mucho), mediante unas enzimas llamadas fosfolipasas, para hacerse con cuanto ácido fosfatídico precisen. Por eso, tomar este ácido de forma aislada, en forma de cápsula aceitosa, no funciona porque en el transcurso de la digestión, el ácido fosfatídico se libera y se combina con otras sustancias (procedentes de la bilis o de los alimentos ingeridos) y se convierte en otro fosfolípido totalmente distinto... eso si antes no se evacua, sin más, siguiendo "los cauces reglamentarios". Y, salvo que usted se inyecte directamente el fosfatídico en el músculo trabajado, en el momento preciso... no le veo mucho recorrido al asunto.

¿Mi consejo? No se deje engañar por publicidades rimbombantes, ni botes con estridentes y/o radiactivos colores, ni mucho menos por culturistas de portada de 165 kilos de peso y venas como cañerías anunciando un "voluminizador" o un "estimulante natural". Más bien, adopte buenos hábitos alimenticios, entrene con cabeza, descanse adecuadamente y, entonces, y sólo entonces, añada a la ecuación uno o dos suplementos alimenticios, si usted o su nutriterapeuta considerase oportuno.
Consulta de nutrición funcional
Centrobenestarsantiago.com



28 ago 2016 / 00:00
 
Ya te has puesto to toro gracias al ácido fosfatidico, metopa??? Una creatina,unos bcaa y una whey y ya estas pal olimpia
 
No es mio, pero lo explica perfectamente (incluso con baja capacidad de comprensión, es fácil entender) ;

Es algo fatídico tomar ácido fosfatídico

Extraído de aquí; https://www.elcorreogallego.es/hemeroteca/es-algo-fatidico-tomar-acido-fosfatidico-ETCG1014231



Permítame que le cuente una entretenida historia, que comenzó en la década de los noventa. Por aquel entonces, un incipiente Santi Carro devoraba todo libro de nutrición deportiva que cayese en sus manos, pues su cerebelo era cual esponja marina que sólo deseaba empaparse con datos científicos, conocimientos y postulados varios. En efecto, para un servidor, elucubrar sobre los secretos del crecimiento muscular y el desempeño deportivo, era el equivalente a lo que a Champollion descifrar los jeroglíficos de la piedra de Rosetta, a Howard Carter descubrir la tumba del maltrecho Tutankamón, o a Stephen Hawking otear el universo conocido.

Cantidad de autores hacían responsables a múltiples sustancias, directa o indirectamente, del crecimiento muscular y/o rendimiento atlético. Y, entre toda esa vorágine o marabunta de reseñas, se hallaba una sustancia de naturaleza oleaginosa que hubo de llamar especialmente mi atención: se trataba de la fosfatidilserina.

Dicho compuesto, perteneciente al grupo de los denominados "fosfolípidos", prometía actuar, una vez ingerida en forma de suplemento alimenticio e incorporada ya en las membranas celulares, como sustancia rejuvenecedora de las neuronas, pero también como agente anticatabólico; es decir, la fosfatidilserina podía prevenir el "deshilachado" -o destrucción- de las fibras musculares tras el duro entrenamiento. Aquello prometía.

"Eureka", pensé. Casi más importante que crear nuevas fibras musculares, con vistas a ponerse uno "enorme", es mantener intactas las ya conseguidas, entre sesiones de entrenamiento; de nada vale poner ladrillos a los muros de una casa, si cuando vuelves al trabajo estas paredes se han desmoronado por completo, ¿estamos de acuerdo? Así que decidí seguir indagando sobre este asunto, cual sabueso detrás del indicio.

Así pues, seguí la pista del mismísimo doctor Michael Colgan, especialista norteamericano en medicina antienvejecimiento y rendimiento deportivo, el cual se deshacía en halagos con respecto a esta sustancia, celebrando al mismo tiempo -decía en uno de sus libros- que ya se dispusiera de la tecnología adecuada para sintetizar cantidades apreciables de este fosfátido a partir de fuentes vegetales, habida cuenta de que algunos de los primeros lotes de producción, de origen animal, vinieron contaminados con el virus de las "vacas locas".

Henchidos de júbilo, Colgan y sus colegas se hicieron raudo con los primeros lotes de fosfatidilcolina comercial -de origen vegetal, claro-, para "salvaguardar sus membranas celulares del estrés oxidativo", basando su alborozo en un estudio (por llamarlo de alguna manera) en donde se observó que los ratones que tomaban fosfatidilserina, comparándolos con el grupo de control (es decir, los que no tomaron nada), eran "mucho más inteligentes"... ¿Inteligentes, unos ratones? ¿Qué pasa, mientras que los unos seguían comiendo el queso de siempre, los otros preferían irse de tapas? Seamos serios, Michael, hombre.
Lo importante -ahora en serio- es aportar todos los fosfolípidos juntos, en forma de lecitina, habida cuenta que, al igual que los aminoácidos y las vitaminas, los fosfolípidos trabajan mejor todos juntitos. ¿Y cuál es la mejor lecitina que existe? No, no es la de soja: es la del huevo. En efecto, la lecitina del huevo aporta todos los fosfolípidos conocidos y por conocer, incluida la fosfatidilserina ésa de marras.
Por eso mismo, y otras muchas razones, gusto yo de zamparme a la hora del desayuno mi revuelto de huevos con frutas tropicales, y de tal forma así procedo desde hace casi de veinte años.

Pasado ya el tiempo, y cuando ya nadie habla de la fosfatidilserina, vuelve la fiebre absurda por otro fosfolípido: el llamado ácido fosfatídico. Dicho ácido es la pieza clave en la construcción de los demás fosfolípidos, vale decir que es el "chasis" o "armazón" del que derivan todos los demás. Esto es muy importante, teniendo en cuenta que las membranas de todas nuestras células están compuestas de una mezcla de fosfolípidos y colesterol, lo que determina su fluidez y, en última instancia, su funcionalidad.
La composición de este ácido consta de glicerina, dos ácidos grasos y un grupo fosfato y, ya ensamblado todo este mogollón de cosas en dicho "chasis" o "armazón", es cuando se incorporan múltiples sustancias que pueden unirse al grupo fosfato: inositol, colina, serina, etc., lo cual acabará por conferir al fosfolípido de que se trate, su santo y seña. Es como a un coche, que tras ponerle el chasis, el motor, la carrocería y las ruedas, pues ya sentenciamos de qué modelo se trata, al pintarle el logo.
Pues gracias a que un servidor estuvo casi una década al mando del primer centro de nutrición deportiva abierto en Compostela, sé de buena tinta cuándo un suplemento "va de farol" nada más verlo. Porque, le diré más, todo lo que era novedad en mi centro, primero pasaba "por el filtro", léase el gaznate de Santi Carro, pues así gustaba yo de operar, cual conejillo de indias. Yo quería saber si lo que prometían aquellos panfletos era cierto... y pronto descubrí que "del dicho al hecho, hay un trecho".
Usted verá, en su empeño por desmarcarse de la competencia y vender (aunque sólo sea durante unas breves semanas), las casas de complementos alimenticios sacan anualmente tres o cuatro "sustancias milagro nuevas", capaces de las más gloriosas gestas; unas prometen convertir al infecundo usuario en Lorenzo Lamas, o a cualquier desaliñada interfecta en Megan Fox, "a golpe de contrarrembolso o tarjeta de crédito"; otras firmas van más allá, jurando y perjurando convertir a cualquiera alfeñique de 50 kilos en Rambo (concretamente en la parte III, que es cuando más "ciclado" estaba). El problema reside en que esas afirmaciones se basan en estudios de dudosa credibilidad y, en la mayoría de las ocasiones, ni están contrastados ni se han realizado en humanos, sino en grillos cebolleros. Pero da igual, "si a un grillo cebollero le funciona, pues a los forzudos crossfiteros, también"... y después vienen los disgustos.
Aún así, en esta sociedad consumista y acostumbrada a la inmediatez de las cosas (me duele la cabeza, me tomo una aspirina; o me pongo un balón de basket en la barrigola, porque degluto cual hipopótamo del Nilo), la gente blande su tarjeta de crédito, en las presentaciones comerciales, con la intención de "inmolarse", y aun siendo Terelu la estrella que venda un quemagrasas de "eficacia probada", los febriles consumidores se abrirán paso unos encima de otros hasta vaciar completamente las estanterías, dejando desperdigado por el camino un reguero de billetes y algún que otro cadáver.
Por eso mismo, sé que todas esas matracas no valen ni para tomar viento, y pasarán de moda tan rápido como llegan, justo cuando aparecen otras nuevas... y vuelta a empezar. Las cetonas de frambuesa, por citar otro "maravilloso y reciente invento", que prometían potenciar la secreción de una citoquina llamada "adiponectina", y con ello dejar a las féminas más delgadas que una presentadora de televisión, o el ácido D-aspártico, otra milonga absurda e infecunda que prometía ponerle a uno "salvaje" como a Orzowei... y con el mismo corte de pelo, si usted me apura.

Ahora le toca el turno al ácido fosfatídico, que encima de no valer para nothing, es más caro que pagar una letra del coche. Es cierto que el ácido fosfatídico se precisa como integrante de una compleja ruta de señalización molecular llamada "vía m-TOR", que inicia la respuesta anabólica de reparación y crecimiento muscular; pero nuestras células no tienen más que catabolizar -romper- un trocito de su membrana plasmática (que de eso tiene mucho), mediante unas enzimas llamadas fosfolipasas, para hacerse con cuanto ácido fosfatídico precisen. Por eso, tomar este ácido de forma aislada, en forma de cápsula aceitosa, no funciona porque en el transcurso de la digestión, el ácido fosfatídico se libera y se combina con otras sustancias (procedentes de la bilis o de los alimentos ingeridos) y se convierte en otro fosfolípido totalmente distinto... eso si antes no se evacua, sin más, siguiendo "los cauces reglamentarios". Y, salvo que usted se inyecte directamente el fosfatídico en el músculo trabajado, en el momento preciso... no le veo mucho recorrido al asunto.

¿Mi consejo? No se deje engañar por publicidades rimbombantes, ni botes con estridentes y/o radiactivos colores, ni mucho menos por culturistas de portada de 165 kilos de peso y venas como cañerías anunciando un "voluminizador" o un "estimulante natural". Más bien, adopte buenos hábitos alimenticios, entrene con cabeza, descanse adecuadamente y, entonces, y sólo entonces, añada a la ecuación uno o dos suplementos alimenticios, si usted o su nutriterapeuta considerase oportuno.
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28 ago 2016 / 00:00

Mejor me espero a que saquen la pelicula...
 
Pues a juzgar por tus intervenciones en el foro, deberías leer más, con suerte aprenderías algo...y menos televisión....

Habla el de las intervenciones de mierda dandoselas de supuesto doctor con estudios,debes haber estudiado en un colegio como el de bart simpson y nelson como mucho,te las das de inteligente colgando estudios que NADA tienen que ver con lo que se habla haciendo el ridiculo x doquier,pobrecillos tus clientes,seguro que te vienen con un resfriado y miras en internet lo que deberias recetarle.
 
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