Bueno, pues si no es un producto pro-hormonal, estupendo para la salud del consumidor, pero si lo fuera, os pondré algo mas de información para los que quieran curiosear:
Entre sus potenciales usuarios, ha habido un montón de confusión y concepciones erróneas; frases como: “si uso prohormonas sigo siendo natural, ¿no?”, “las prohormonas no suprimen el eje, ¿verdad?”, “las prohormonas no tienen efectos secundarios”, etc. Son sólo un ejemplo de las cuantiosas irracionalidades que he tenido la oportunidad de leer en más de una ocasión.
¿En qué consiste las prohormonas?
Las prohormonas podrían definirse como sustancias que, una vez que llegan al torrente sanguíneo, a través de una enzima, son convertidas en AAS (Anabolic Androgenic Steroids). De este modo, de su uso, podemos esperarnos más o menos las mismas ventajas e inconvenientes que si usásemos AAS.
Las prohormonas cuyo nombre acaba en “dione” (androstenedione, 19-norandrostenedione, etc.) utilizan la enzima 17HSD (17-beta-hydroxysteroid dehydrogenase) para transformarse en el AAS pertinente (denominémoslo ‘hormona destino’), mientras que las que acaban en “diol” (4-androstenediol, 19-norandrostenediol, etc.) utilizan la enzima 3HSD (3-beta-hydroxysteroid dehydrogenase).
Interaccionan con la 5AR y la aromatasa: Algunas prohormonas, como la androstenediona, ANTES de convertirse en “hormona destino” ya interactúan con las enzimas 5AR y aromatasa, responsables de la conversión en DHT y estrógenos respectivamente. De este modo, la androstenediona es capaz de elevar los niveles de DHT y estrógenos en nuestro cuerpo, con lo que, a la propia conversión que ya sufre la testosterona, habría que añadir la conversión que la androstenediona sufre ‘por su cuenta y riesgo’. Esto hace que, para unas ganancias musculares determinadas, la androstenediona sea más proclive a producir efectos secundarios que la propia testosterona. No por nada la androstenediona es la oveja negra de las prohormonas.
Hay que tener presente también que una posible desventaja de las prohormonas, frente a los AAS, sea la de que la enzima de la que dependen para poder convertirse en AAS podría ser suprimida, en mayor o menor medida, por diversos factores químicos o dietéticos, con lo que, los % de conversión podrían variar de una persona a otra dependiendo de dichos factores, así como de la genética de cada individuo. Por otro lado, la cantidad de prohormonas que podemos usar con resultados satisfactorios tendría un límite, marcado por el umbral de saturación de las enzimas 3HSD y 17HSD. Este problema podría, hasta cierto punto, minimizarse haciendo múltiples tomas a lo largo del día y combinando prohormonas que usen la 3HSD con prohormonas que usen la 17HSD.
Los distintos tipos de prohormonas existentes en el mercado
Por motivos obvios (bajo % de conversión a hormona destino e interacción con la 5AR y la aromatasa), prohormonas como la androstenediona y la 19-norandrostenediona (similar a la androstenediona, con la salvedad de que se convierte en nandrolona en vez de en testosterona) tienen más inconvenientes que ventajas. De hecho, la fama de ‘timo’ que se han ganado las prohormonas a lo largo de este tiempo responde, en gran medida, a la comercialización de estos compuestos inútiles, sin dejar a un lado, claro está, su mal uso.
La androstenediona u otras "pro-hormonas" son potencialmente peligrosas, especialmente si son usadas por un periodo de tiempo prolongado y/o en altas dosis, lo cual puede producir muchos efectos adversos.
La androstenediona y otros suplementos de "pro-hormonas" empleados con la esperanza de promover el crecimiento muscular pueden reducir los niveles sanguíneos de colesterol HDL (el colesterol "bueno"), incrementar los niveles de LDL (el colesterol "malo") y estrógenos (hormona sexual femenina), incrementando potencialmente el riesgo de enfermedades cardiovasculares.